lunes, 18 de julio de 2011

Tuenti y BlackBerry: los dos primeros jinetes de mi Apocalipsis

Después de darme cuenta de lo abandonadito que tengo a mi pobre blog y del odio visceral que siento hacia las BlackBerry, he caído en la cuenta de que podía dedicar un poco de mi tiempo a ponerme a despotricar (aunque sea vía blog como forma alternativa porque en vivo y en directo lo hago constantemente) sobre este dispositivo demoníaco.

Y bien, las supermegaguays compañías de teléfono actuales te ofrecen un pacto con el mismísimo demonio: pásate a contrato, paga muy poco por las llamadas e Internet y te endosamos una super calculadora-ladrillo que puede servirte para chatear constatemente con tus happy tree friends. Hasta aquí todo parece sospechosamente bonito y dulzón: mensajes por blackberry completamente gratis garantizados, disponibilidad total con tus contactos y amor y paz para el globo terráqueo. Bueno, más bien no.



A partir del momento en el que consigues adueñarte (o más bien, te consigue amaestrar la maquinita a ti) de la Blackberry, las malditas y anodinas horas que "¿perdías?" entre trayectos del bus, del metro, esperando a estos servicios de transporte público que nunca llegan y otras horas propicias al empanamiento, pasan a ser ADVENTURE TIMEEEEEEEE. Sacas tu calculadora casio con bordes redondeados y a chatear se ha dicho, ¡Wow, Jimmy, esto es una auténtica pasada!

ADVENTURE TIMEEEEEEEEEEEEEEEE

Y una mierda. 

 Primero fue el Tuenti, la gran y admirada plataforma en la que tanto para bien como para mal, puedes subir fotos, que seas etiquetado en alguna donde más te pareces a Igor que a tu reflejo  y compartir música y cosas por el estilo. Mandar un mensaje gratuito y dar por hecho que la gente lo utiliza con la misma asiduidad que tú o incluso más. Pero ya se sabe que estas cosas son un arma de doble filo: que si me conecto por si han subido las fotikos del otro día de party time, que si me ha dejado un comentario el churry con un tkm intenso y un vídeo del youtube tope amoroso, que si mi amiga me ha dicho a qué hora hemos quedado y dónde... y mándame un privi contándome qué tal tu cita con el mormón aquel. El caso es que al final me meto como 15 veces al día (tanto si lo reconozco como si no) y aprovecho que estoy dentro de ese universo maravilloso que viola cualquier posible intimidad ( y además yo lo tolero) para cotillear las últimas fotos de alguien que más o menos me interesa, o las de la chica que agregué hace tres años pero con la que jamás medié palabra.

Así, Tuentifashionworld hace que nos enteremos de cosas que en realidad no nos interesan, o peor aún, que nos lleguen a interesar. La vida de los demás puede ser muy entretenida para pasar toda una tarde cotilleando sobre si lo han dejado o no, o sobre mírala qué modestita que sube las fotos de su viaje con el churry a la France. Digo todo esto y confienso que yo también he entrado en esta espiral de asqueroso intrusismo porque es lo más fácil del mundo: la gente sube sus fotos, cuenta su vida y pone sus vídeos al alcance de todo el mundo. Y tú te aburres. Y lo ves. Y te aburres tanto que tú también las subes, cuentas tu vida y pones vídeos. Y la gente se aburre. Y te ven.

Así es como empieza el ciclo sin fin que lo envuelve todo (y aunque estemos solos... debemos luchar) para acabar desembocado en BlackBerry. El Facebook también tiene su aquel, sin embargo, las fotos que suben suelen ser más discretas, o al menos la gente de mi entorno no es exactamente propicia a subir fotos intimidatorias ni a dejar restos de mi vida por sus muros, o al menos  de manera tan exagerada como en el Tuenti.

Lo peor del Tuenti es que nos lo guisamos nosotros solitos. Somos los que ponemos a qué hora quedamos y dónde en el tablón, los que nos mola subir las fotitos y los que mandamos privis sobre nuestra situación supersentimental desastrosa y caótica. Nosotros mismos. Al menos, Dios había sido benevolente y había hecho que se pudiera acceder masivamente y sobre todo por el ordenador y sin embargo, pronto llegó la BlackBerry a los círculos más estrechos de la población que satura la página de Tuenti cada instante. OHHHHMYYYYGOOOOOOOOOOOOOOD, ¿Dónde está tu Dios ahora?

En un principio no estaba tan tan tan tan tan tan en contra de la BlackBerry cuando la utilizaba la gente manager of the world que necesita estar conectada a internet las 24 hours a day para mirar sus acciones en la bolsa de Tokyo. Pues vale, pues que hagan lo que quieran.
Maldigo en día en que llegó a mis oídos ese susodicho rumor de que los mensajes entre BB eran gratis. Así empezó la pandemia. Se propagó como la pólvora: ¿chatear gratis con la peña?¿Como en Tuenti chat pero tenerlo todo el día encima? CHUCHUCHU-CHULIIII.

Y es cuando lanzo una inocente pregunta: ¿de verdad la gente no tiene nada mejor que hacer que estar conectándose a todas horas al Tuenti? ¿Chatear tontamente por el maldito whatsapp?¿Contarle su vida a su mejor amiga en vez de quedar?¿Hablar con peña que te interesa menos que la boda del Príncipe de Mónaco?

Si me molesta y me enfurece una auténtica barbaridad cuando la gente habla por el whatsapp cuando las tienes delante (porque si quedo con alguien es para hablar, no para que me chatee en la cara) hay algo que todavía me pone más basilisco todavía: que la gente no lo critique.

Parece que los frikis que nos molan los videojuegos y nos pasamos la tardecita con la play 3 en un alarde de sentimiento pro infantil relacionado con una infancia ya envuelta entre joysticks y barra espaciadora, somos un tanto asociales y no salimos de party time guyachi piruli. Que la pantalla es mala para los ojos, que no es bueno estar tanto tiempo en casa pegado a la maquinita. Correcto, completamente indiscutible.


¿Y bien? ¿Qué tiene de bueno estar todo el puto día pegado a la calculadora casio versión Tuenti chateadora? ¿Eso no es estar pegado a la maquinita? ¿Esa no es sino otra forma de incomunicación, cuando prevalecen los mensajes tontos, "hablas por hablar" en vez de estar con tus amigos en vivo y en directo? ¿Es cosa mía o no es ofensivo que la gente se pone a decirse tonterías delante de ti cuando quedas con alguien y dejas de poder hablar tranquilamente porque se está mandando minimensajitos totalmente prescindibles y sobre todo con la fácil posibilidad de posponerlos? ¿Acaso es más importante la persona que te está diciendo que está tumbada en el sofá que yo que me he desplazado para estar contigo?

¿Por qué la gente que tiene BB y la utiliza para comunicarse no está enganchada y está mucho mejor visto que estar con una maquinita?¿Dónde está la verdadera comunicación? Al parecer nula.

Yo reconozco ser bastante lapa con el ordenador y el messenger, y he estado Tuentichateando como la que más pero ya está. Se queda en eso, al igual que la play, que es un rato, una temporada y ya está. Pero no pienso que pueda llegar a sustituir la comunicación real, de ningún modo. Acepto y considero que son puro entretenimiento, pero no dispongo de ellos a todas horas. No estoy conectada 24 horas a un aparato donde mandar mensajes es gratis, porque básica y siniestramente funciona como un puto localizador.

Me pongo a generalizar y a dar por hecho que la gente está muy enganchada por el mismo hecho de que entiendo lo fácil que es quedarse embobado mirando a quién saludas de tu lista del whatsappeo. Pero sigo pensando que es otra pantalla más: otra forma de incomunicación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario